La camioneta del 'primaxi'

Publicada el 10 de enero de 2013 en La Hora 

Es que pensaron que se iba a volver. ‘Tas piche y vuele’, como dicen en Loja. “No sabíamos que no iba a regresar luego de Navidad”, dijo un  secretario jurídico, quien creía que el tipo ‘juridiquito’ que venía. Confiaba, dice, en que el primo tenía la ‘mera’ intención de dar la cara con dentadura y todo.

Entonces los verde flex pasaron una Navidad inquieta. Como no creen en Papá Noel, pues es símbolo imperial, pensaron que los Reyes Magos les traerían de vuelta al primo. Pero los Reyes no asomaron con el ansiado regalo de los revolucionarios y la cosa se puso ‘joía’. “Chugtica, justo en elecciones”, habrán pensado los mentores de la meritocracia de los ‘broderes’.   

Ahora un Chiri despertó de su eterna hibernación y veloz le ha puesto su orden de detención. “Pero ¿cómo? ¿’quesque’ ya no está?”, habría dicho aquel fiscal mientras se despojaba sus ojeras de lagañas indagatorias. “Resulta que se ha ido y no lo detuve porque estaba ocupadito”, medio dijo el investigador semanas después de la huida del primo. Morderá una pipa imaginaria y murmurará: “Elemental, mi querido Watson”.

Pero claro que elemental. Si fue confesando en la oficina de Fernandito, salió con pasaporte diplomático, se trepó en primera clase y vacila en Miami en su Volkswagen con placas diplomáticas. Elemental que se barajó, pero solo que al Chiri se le escabulló. Hay que entender al exembajador, es que ‘joder’, el tipo es muy ‘delgado’ y así a cualquiera se le escapa.

Pero, además, resulta que ahora todos se quieren bajar de la camioneta. “¿Yo? ¿En el homenaje al primo? ¿Cuándo?”. Ahora todo es culpa del ‘primaxi’. ¿Quién le prestó a Duzac? El primo. ¿Quién piloteaba las narcoavionetas? El primo también título falseta de aviador. Y una vez más: ¿Quién mató a Marco Vinicio? El primo siempre parecía ‘a todo dar’.

Ahora dirán que es culpable del calentamiento global, capaz, pero que se me hace que por ahí andan sus compadres y debe haber, digo yo, mucho por destapar. Todo se sabrá, pese a la eterna ruca de nuestro Sherlock Holmes, nuestra pepa de fiscal.