martes, 30 de noviembre de 2010

Wikileaks y la diplomacia en calzoncillos

Es algo que todos sabían, que el chisme, el espionaje y la doble moral eran las bases sobre la que se ha apoyado la política exterior estadounidense desde siempre. Todo se sabía, nunca hablar con un diplomático de ese país ha representado una garantía. Una conversación informal en un coctel era lo mismo que conectar un megáfono a los pasillos de la CIA.
Si bien era conocido, la divulgación de los 251.287 documentos del Departamento de Estado filtrados a Wikileaks, quien a su vez los puso a disposición de El País, The Guardian, Spiegel, Le Monde y The New York Times, es un hito en la historia del periodismo. Es aquel capítulo del oficio que siempre anhelamos, que vemos en producciones de Hollywood. Ese periodismo de las grandes conspiraciones, un periodismo que no visita las redacciones todos los días.
Esta es una batalla que el fundador de Wikileaks, Julian Assange, ha emprendido siendo él la única carne de cañón visible. Un solo hombre que se enfrenta a la bestia, que demuestra que la superpotencia tiene goteras. No es la primera vez, ya ha hecho temblar al imperio con sus papeles de Afganistán e Irak. Se agradece su valentía.
Oráculos del fatalismo hablan de que el periodismo tambalea, que pronto asistiremos a su entierro. Escándalos como este demuestran lo contrario. Estas revelaciones no fueran posibles sin la estructura de los medios, sin la coordinación entre estos cinco grandes periódicos. Que la información de Wikileaks sea difundida por esas marcas, garantiza los contenidos. Fueron semanas de noches en vela en las redacciones, contrastando, comprobando, protegiendo identidades de quienes puedan correr peligro, valorando. Agotados, pero con una roca de lava en las manos que ha puesto a temblar al Despacho Oval, que tiene a todos los líderes mundiales leyendo estos artículos como ratones de biblioteca.
¿Cambiará la forma de hacer política exterior después de estas revelaciones? ¿Veremos a Assange encarcelado? No lo sabemos, pero lo que sí sabemos ahora son cosas sorprendentes como el interés de China porque Estados Unidos presione a su aliado de Corea del Norte y así afianzar su poder en un Corea unificada. Ahora sabemos que hablar con un diplomático de Estados Unidos es hablar con un espía. Y Assange anuncia más, Wikileaks tiene otras perlas. Hablan de informes sobre la banca mundial. Vamos a ver qué terremoto causa.
Ah. Me olvidaba el toque ecuatoriano. De Quito hay documentos. Estoy tras su pista. Pero me provocó gran carcajada leer que el vicecanciller de Ecuador, Kintto Lucas, invitaba a Assange a vivir en el país. “Si es necesario y si él lo solicita, obviamente que Ecuador está abierto a brindarle la residencia". Pero lo gracioso es que mi país, hoy caracterizado por un Estado empeñado en cercar la información, monopolizar medios y atacar a la prensa, tenga un vocero que diga: "Creemos que personas que están constantemente investigando y tratando de sacar a la luz estos lados oscuros de la información, lados oscuros de los estados, son fundamentales para entender que sí es posible otro tipo de investigación periodística, sin necesidad de atacar". Esta es la nota graciosa de la jornada.