jueves, 2 de diciembre de 2010
"Estos documentos son un bocado muy apetecible para cualquier servicio de inteligencia"
martes, 30 de noviembre de 2010
Wikileaks y la diplomacia en calzoncillos
Si bien era conocido, la divulgación de los 251.287 documentos del Departamento de Estado filtrados a Wikileaks, quien a su vez los puso a disposición de El País, The Guardian, Spiegel, Le Monde y The New York Times, es un hito en la historia del periodismo. Es aquel capítulo del oficio que siempre anhelamos, que vemos en producciones de Hollywood. Ese periodismo de las grandes conspiraciones, un periodismo que no visita las redacciones todos los días.
Esta es una batalla que el fundador de Wikileaks, Julian Assange, ha emprendido siendo él la única carne de cañón visible. Un solo hombre que se enfrenta a la bestia, que demuestra que la superpotencia tiene goteras. No es la primera vez, ya ha hecho temblar al imperio con sus papeles de Afganistán e Irak. Se agradece su valentía.
Oráculos del fatalismo hablan de que el periodismo tambalea, que pronto asistiremos a su entierro. Escándalos como este demuestran lo contrario. Estas revelaciones no fueran posibles sin la estructura de los medios, sin la coordinación entre estos cinco grandes periódicos. Que la información de Wikileaks sea difundida por esas marcas, garantiza los contenidos. Fueron semanas de noches en vela en las redacciones, contrastando, comprobando, protegiendo identidades de quienes puedan correr peligro, valorando. Agotados, pero con una roca de lava en las manos que ha puesto a temblar al Despacho Oval, que tiene a todos los líderes mundiales leyendo estos artículos como ratones de biblioteca.
¿Cambiará la forma de hacer política exterior después de estas revelaciones? ¿Veremos a Assange encarcelado? No lo sabemos, pero lo que sí sabemos ahora son cosas sorprendentes como el interés de China porque Estados Unidos presione a su aliado de Corea del Norte y así afianzar su poder en un Corea unificada. Ahora sabemos que hablar con un diplomático de Estados Unidos es hablar con un espía. Y Assange anuncia más, Wikileaks tiene otras perlas. Hablan de informes sobre la banca mundial. Vamos a ver qué terremoto causa.
Ah. Me olvidaba el toque ecuatoriano. De Quito hay documentos. Estoy tras su pista. Pero me provocó gran carcajada leer que el vicecanciller de Ecuador, Kintto Lucas, invitaba a Assange a vivir en el país. “Si es necesario y si él lo solicita, obviamente que Ecuador está abierto a brindarle la residencia". Pero lo gracioso es que mi país, hoy caracterizado por un Estado empeñado en cercar la información, monopolizar medios y atacar a la prensa, tenga un vocero que diga: "Creemos que personas que están constantemente investigando y tratando de sacar a la luz estos lados oscuros de la información, lados oscuros de los estados, son fundamentales para entender que sí es posible otro tipo de investigación periodística, sin necesidad de atacar". Esta es la nota graciosa de la jornada.
miércoles, 6 de octubre de 2010
Un cerco en plena crisis
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Marruecos: Ingenuidad y mordaza
lunes, 16 de agosto de 2010
Televisión: La Pelota de Playa
El director italiano Federico Fellini creó a Paparazzo y la prensa se ha encargado de crear un monstruo. El genio Fellini dio vida al personaje de un fotógrafo en la película La Dolce Vita que buscaba imágenes de los famosos. Pero la industria de la información ha dado vida a un Frankenstein, los reporteros gráficos de la prensa rosa.
jueves, 5 de agosto de 2010
El Mundo: Una de sus perlas... olé
jueves, 29 de julio de 2010
Balazos injustificados que se justificarán
lunes, 26 de julio de 2010
Reflexiones de Keller
Dirige el diario y su web desde julio de 2003.
miércoles, 21 de julio de 2010
Saltan obligados al rin político
viernes, 9 de julio de 2010
Sin el diario en la calle
Si alguien sabe italiano, aquí encuentran el editorial de hoy de La Repúbblica, uno de los diarios más importantes de Italia, donde se explica la medida.
lunes, 5 de julio de 2010
Periodista: lánzate a la tele
lunes, 24 de mayo de 2010
¿Andar de mentiroso o de politiquero?
En España el periodismo tiene un rol vital en el desarrollo de la sociedad y sobre todo representa una vía por la que el lector, navegante, escucha o televidente da rienda suelta a sus convicciones políticas, a sus ignorancias, pero también a su sentido del humor.
Algunos son monárquicos y en el kiosco piden el ABC, otros son de derecha y piden El Mundo y
Pero nadie se escandaliza, nadie pide que los medios sean puros y castos, sólo quieren que sean honestos y que digan de forma clara de qué bando juegan. Además, que sean profesionales. Eso en Ecuador representaría un escándalo, pues la gente piensa que los medios deben se vasos cristalinos sin tendencia. La mejor prensa mundial no lo es. A la final, en Ecuador, los medios siempre se ponen un poco rojos, verdes, amarillos, les aparecen números de partidos que luego se borran cuando los unos o los otros pasan de moda. Pero deben mantener silencio, aunque por sus enaguas transiten políticos y empresarios.
Creo que hay que ser un poco más honestos. Hay que decir “creo en esto”, pero no por aquello entregarme a los brazos de nadie. Si una tendencia me identifica, debo ser como periodista, como medio, aún más crítico con ella. No perdonarle sus errores, pero sobre todo, no participar con ella de sus festines, sur orgías, sus parrandas de poder.
Además, hay que saber reír. En España también hay quien desde la izquierda, abiertamente, se ríe del Mundo (planeta y diario) y de vez en cuando, lo que es muy seguido, le echa una jodidita a la derecha. Es El Jueves, en cambio una forma de ser gracioso desde la irreverencia política hecha revista. Eso creo por ahora, quién sabe si se me quite.jueves, 29 de abril de 2010
Fama de balas
Al escuchar testimonios magníficos de coberturas en los confines del planeta, cruzando batallas talibanes, ríos africanos, la pregunta que se hace el periodista que no logra ser del todo periodista es: vaya mierda de periodista que soy.
Pocos son los elegidos para cursar los mares y convivir con tribus tribales. Habrá que esperar que un día alguien llegue y pregunte: ¿quieres ser lo que dices que eres? El asunto está en que uno tenga la valentía de decir que sí.
lunes, 19 de abril de 2010
Miércoles en la redacción
jueves, 8 de abril de 2010
El editorial: Letras envenenadas y luces en el camino
Si bien el público no tiene directa influencia en el texto nacido de la dirección, debe reflejar una visión global y compartida. Paul Greenberg, ganador del premio Pulitzer, en un artículo que explica las herramientas del editorial y su importancia (un texto útil pero marcado por la antigüedad, pues el equilibrio de poderes es diferente hoy en día y merecería unos párrafos al respecto), corrobora esa idea al decir que el editorial establece una relación entre el diario y la comunidad. Asegura que debe reflejar valores compartidos y elevarlos.
Esto adquiere sentido porque los diarios no sólo están hechos de paredes, ordenadores, periodistas, directores y dueños, pues su alma es la de aquellos personajes anónimos que cada día sacan 1,2 euros del bolsillo y compran una visión del mundo, una óptica compartida.
Pero no se debe limitar a decir lo que la audiencia cree, pues también tiene una función tan o más delicada: guiar a los lectores hacia la construcción de una opinión lúcida y productiva.
El editorial, al tener que cumplir con estas delicadas misiones, incluso de carácter pedagógico, no puede ser un texto frágil, sin rumbo fijo. Greenberg advierte que se deben evitar frases como “este es un tema tan serio que debe estudiarse”. Bien dicho, pero poco contundente. Si se escriben ideas tan endebles, es mejor buscar oficios endebles y opinar no es menester para débiles.
Es como la diferencia entre una gota de agua y una de veneno cristalino. El editorial debe generar debate, matar ideas como el tóxico más potente y dar vida a otras como el antídoto más eficaz. El editorial de agua se evapora en la mente de los lectores. Por eso Greenberg recomienda que se piense mucho, proceso a primera vista primario, pero que en realidad delimita la vida del editorial.
¿A quién va dirigido? Pues a la historia. No es un arma para defender intereses, es un cincel para esculpir mejores democracias.
sábado, 13 de marzo de 2010
Definiciones de periodismo
Aquí un grupo de definiciones sobre el oficio que nos empapa...
Rodolfo Walsh en Operación masacre.
“Temblando y sudando, porque él tampoco es un héroe de película, sino simplemente un hombre que se anima y eso es más que un héroe de película” Al final de la Carta abierta de un escritor a
“Cuando se es testigo de una catástrofe de esta magnitud –porque termine como termine, la guerra española se considerará una catástrofe terrible, al margen de las matanzas y el sufrimiento físico— no se ve uno abocado necesariamente a la desilusión y al escepticismo. Es curioso, pero después de las experiencias que he vivido no tengo menos sino más fe que antes en la honradez de los seres humanos. Y espero que lo que he contado no confunda demasiado a nadie. Creo que en estos temas nadie es ni puede ser del todo imparcial; es difícil estar seguro de nada, salvo de lo que se ha visto en persona, y consciente o inconscientemente todo el mundo escribe desde una posición. Por si no lo he dicho ya en páginas anteriores, lo diré ahora: tenga cuidado el lector con mi partidismo, con mis detalles erróneos y con la inevitable distorsión que nace del hecho de haber presenciado los acontecimientos desde un lado. Y tenga cuidado exactamente el mismo cuidado con las mismas cosas cuando lea otros libros sobre este periodo de la guerra civil española”.
“Con respecto a mi narración de estos eventos, he tomado como principio no escribir la primera historia que se cruce en mi camino y ni siquiera dejarme llevar por mis propios impresiones generales: o he estado presente en los acontecimientos que describo o los he escuchado a testigos cuyos informes he comprobado todo lo posible. Pero incluso así la verdad no fue fácil de descubrir: diferentes testigos proporcionan diferentes testimonios de los mismos acontecimientos, ya sea por parcialidad, ya sea porque la memoria es impercta”.
“Los lunes son diferentes de los martes. No hay que mentir mucho y a veces atrapas al malo. Sé imprimir lo que es verdad”
Primero: creemos en un periodismo de la verificación más que en el de
En el Times, estamos obsesionados con confesarnos a nuestros errores, desde los más insignificantes hasta los más graves. Los que conocen la penitencia, encuentran en el Times una fuente inagotable de diversión. Les ofrezco una rectificación digna de un coleccionista que se publicó hace unos años: “En el artículo publicado ayer sobre Ivana Trump y sus hábitos de compra había un error en el número de sujetadores que adquiere. Son dos docenas de color negro, dos docenas de color beige y dos docenas de color blanco, no dos millares de cada uno.”
En el otro extremo de la escala de culpabilidad, he tenido muy pocas ocasiones de escribir en el periódico mea culpas después de defraudar a nuestros lectores en temas mucho más importantes, incluidas varias informaciones de antes de la guerra de Irak que se deberían haber investigado más y haber sido más escépticas acerca de las supuestas armas de destrucción masiva. No es divertido meterse en la boca del león, pero es esencial para nuestra credibilidad, y no es algo que hagan todas las instituciones. Piensen en esto, todavía estamos esperando a que
En la segunda posición de mi lista de preceptos está lo siguiente: creemos en
Tercero: somos agnósticos con el lugar a donde conduce una noticia; no nos metemos de lleno en una historia que tiene detrás una agenda o una noción preconcebida. Ni manipulamos ni escondemos hechos para fomentar una agenda. Nos esforzamos por preservar nuestra independencia de los intereses políticos y económicos, incluidos nuestros propios anunciantes. Ni trabajamos al servicio de ningún partido, ni de una industria, ni de siquiera un país. Cuando hay puntos de vista opuestos de una misma situación, tratamos de reflejarlos de la forma más clara y justa posible.
Quizá merece la pena detenerse un poco más en este punto, especialmente aquí, donde la prensa, como la de la mayor parte del mundo, ejerce el oficio de una manera menos objetiva. No estoy aquí para proclamar la superioridad moral del modelo estadounidense –Dios sabe que sobre eso ya hemos tenido demasiado- pero creo que nuestra manera de ejercer el periodismo tiene sus propias ventajas, sobre todo en un tiempo en el que nuestro país se está dejando llevar por prejuicios conflictivos.
Mi periódico, además de ser una fuente de noticias, es un foro para la experiencia y el debate público. Ofrecemos polémica en abundancia. Pero tratamos de reforzar la separación entre informar y ser partidario de algo. Incluso los lectores más refinados de The New York Times a menudo se sorprenden al saber que edito cada página del periódico menos las de opinión, donde los editorialistas y columnistas pueden hablar largo y tendido. No tengo nada que ver con los editoriales diarios. No puedo decir nada cuando el periódico decide respaldar a un candidato. Tom Friedman es un amigo, pero no trabaja para mí.
Mi pequeño reino, la redacción, está formado por 1.200 personas, entre periodistas y personal de todo tipo. Cada uno de ellas tiene su propia opinión sobre un montón de cosas. Pero igual que médicos y abogados, profesores y militares, jueces y policías tienen a veces que dejar a un lado sus creencias personales para desempeñar sus cometidos, así también lo hacen nuestros empleados. No se trata sólo de pretender ser neutral, aunque las apariencias importan. Tampoco se trata de dar el mismo peso a cada punto de vista, sin importar lo mucho que se diferencien. (Nuestros periodistas científicos no dan igual espacio al Creacionismo). Para nosotros, la imparcialidad es una útil disciplina intelectual. Creo que es más probable presentar una historia completa y con opiniones justas si tu objetivo no es reforzar un argumento, pero sí buscar la evidencia sin una predisposición, incluida la que puede contradecir tus propias creencias. En cuanto has proclamado una opinión, te sientes obligado a defenderla. Y esto crea una tentación humana natural a pasar por alto hechos inconvenientes, o, si tomo prestada una frase de la famosa nota de Downing Street, a ajustar los hechos a la política.
Mientras mi país se polariza cada vez más y se hace más cínico, los periodistas están presionados para que abandonen sus esfuerzos por ser imparciales, para que de forma abierta tomen partido y para que escriban acorde a lo establecido. Muchos de nuestros críticos insisten en que la objetividad pura es imposible, así que por qué intentarlo. Para mí es lo mismo que decir que porque gran parte del futuro de nuestros hijos está ya dispuesto por naturaleza, por genética, deberíamos abandonar la tarea de ser padres. El periodismo imparcial, como la crianza de los hijos, es una aspiración, pero una que merece
Finalizo con mi pequeña lista de preceptos: no hacemos esto por afición sino como una carrera. Tanto si lo califican de oficio, o de profesión, incluso de ocupación, es algo que nos tomamos en serio y demandamos niveles de preparación y experiencia que esperamos que pasen de una generación a otra.
De forma breve, y para resumir esta pequeña vuelta alrededor de los protocolos del periodismo estadounidense, no es nuestra misión decirles a los lectores qué piensan o lo que se supone que deben pensar, sino ofrecerles de la mejor manera que podamos las bases para que se formen sus propias opiniones”
2.- Su primera lealtad es hacia los ciudadanos.
3.- Su esencia es la disciplina de la verificación.
4.- Aquellos que lo practican debe mantenerse independientes con respeto a aquellos que cubren.
5.- Debe servir como monitor independiente del poder.
6.- Debe proporcionar un foro para la crítica pública y el compromiso.
7.- Debe tener la ambición de convertir lo importante en relevante e interesante.
8.- Debe hacer que las noticias sean comprensibles y proporcionales.
9.- Aquellos que lo practican deben poder ejercer la libertad de conciencia”.
Homenaje a Cataluña, de George Orwell, es un modelo de ese tipo de veracidad. El libro es una obra literaria. Es inexacto en muchos detalles, entre otras razones porque sus cuadernos se los robaron los matones comunistas que fueron a detenerle por ser trotskista. No obstante no hay la menor duda, ni por un instante, de que está esforzándose para ser lo más exacto posible, para hallar la verdad objetiva que siempre debe separar las llanuras de la historias y el periodismo de las montañas mágicas de la ficción”.
Garton Ash cita además una frase maravillosa del novelista polaco Jerzy Kosinski: “Me interesa la verdad no los datos y soy lo bastante viejo como para conocer la diferencia”.
“La locura, la avaricia y la hipocresía me parecieron, desde una edad muy temprana, los hados que dominaban nuestro planeta y pocas cosas han ocurrido desde entonces que me hagan cambiar de idea. Me parecía fútil intentar luchar contra la injusticia desde un partido político o una ideología porque la locura, la avaricia y la hipocresía estaban en todas partes y especialmente en estas instituciones. El único recurso me pareció intentar analizar esas circunstancia y qué mejor forma de hacerlo que convirtiéndome en periodista.
Aunque rápidamente comprendí que la fórmula bajo la que trabajan los periodistas, ya sea en las ondas o en el papel, sólo me permitía alcanzar de forma imperfecta ese objetivo. A pesar de la voluntad de hierro de algunos reporteros de investigación, la mayoría del periodismo es mecánico. Por razones obvias, que incluyen la cambiante atención de los lectores y las necesidades económicas de los editores, aquello que se convierte en noticias es no siempre, de hecho no muy a menudo, aquello que merece ser escogido para ser publicado”.
Jugar limpio. Una mente abierta. Buscar diferentes puntos de vista, en la búsqueda de verdades.
Modestia. Tener un sentido de la satisfacción en trasladar informaciones útiles, más que en entretenimiento, cruzadas, ideólogos o inquisidores.
Decencia. Recordar que primero somos seres humanos y luego periodistas”.
“Creemos que los hechos son hechos y que se puede llegar a ellos a través de una búsqueda de información honesta, abierta y diligente. Creemos que se puede alcanzar la verdad, acumulando hecho tras hecho, como la construcción de una catedral. Las noticias no son sólo una cuestión de punto de vista. Y la verdad no está en los ojos del que escribe”.