miércoles, 11 de diciembre de 2013

Tuits en calzoncillos



Publicada el jueves 29 de agosto en La Hora 

A mí me gustan las redes sociales. Esas plazas públicas virtuales donde se dice de todo, se pierde el tiempo tan bonito, se comenta hasta lo que no es, se busca esposa, se gestan divorcios, en fin…

Sí me gustan, pero hay algo que sí no ‘Me Gusta’ es que las redes sociales se han convertido en la forma más cómoda de manifestar nuestro descontento. A esa actitud no me provoca ponerle ‘Favorito’ ni darle ‘RT’.

Mientras se hablaba de que las redes en la Primavera Árabe fueron una herramienta fundamental para que la gente se organice y busque un cambio, en Ecuador el pajarito del Twitter nos juega Barcelona.

Estamos en la fila del banco y nos tratan como a franela de auto y, en vez de ir al departamento de quejas, mandamos un tuit envenenado y ya. Con eso sentimos un orgasmo revolucionario por habernos ido contra el sistema opresor financiero. El de la TV por cable nos tumba la señal en plena novela y nos ponemos furibundos. Ese ‘furibundismo’ lo evacuamos con un post en Face. La ira acaba cuando un ‘amigo’ te pone el link de Youtube del capítulo que te perdiste. Nada de llamar a la compañía a quejarse como Dios manda. Sí, la plena, que a veces no hay terapia más liberadora que una buena quejada. Lo mismo sucede con el Gobierno, con este y con el próximo, que mínimo es este mismo. Que aprueban la ley mordaza; un tuit puñalero; que le meterán taladro al Yasuní: un post de Face enfurecido. Somos casi los Pancho Villa del ciberespacio.

Estamos en calzoncillos viendo TV y asoma una cadena de esas tan nuestras que nos sacan de quicio. Nuestro acto contestatario es, luego de rascarnos bajo el calzoncillo, tomar el celular y mandar un tuit en llamas. Y ya está. Con esto no digo que debamos dejar de andar en calzoncillos por casa, una de las actividades más placenteras de la vida hogareña, lo que digo es que deberíamos involucrarnos más.

Tampoco estoy convocando a las masas a una insurrección ante el magnífico economista, ni gil que fuera. Todo bien mi comisario yo aquí todo ‘fresh’, chateando con los panas.

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