Columna publicada el 16 de mayo de 2013 en La Hora
Como uno se dedica a esto, se ve en la no muy feliz responsabilidad de ver los ‘carajazos’ sabatinos del líder.
El fin de semana pasado, sin embargo, descubrí algo que me era desconocido. La culpa de todos los insultos a la prensa no es del Presi, ni de los periodistas, sino de la Secom.
“Vaya, este descubrió el agua tibia”, dirán. Pero es que ahora lo veo claro. Cuando inicia la sabatina hay música, baile, teatro, alegría. A algunos aún les queda el ‘swing’ de la pachanga de la noche anterior.
El Presi está risueño, saluda, se lo ve menos viejo, pero cuando inicia su informe, se viene la cosa. Primero, el principal culpable, el consabido individuo del Power Point. Siempre se jala una diapositiva, se traga algún video, mete una foto de contrabando. Con ese operador informático, el buen Rafico ya empieza a perder el ánimo. “Esta presentación no la aprobé. Denle un ‘tranquilín’ al del Power Point (o algo así dice)”. Se le empieza a fruncir el ceño.
Luego, en el guión del informe, los de la Secom le hacen acuerdo del funcionario vagoneta que solo despierta cuando llega el jefe, ese otro que tapa las ventanas del Ministerio con periódicos, el que construye la cerca que tapa el lindo edificio. Para la mitad del enlace, nuestro líder está ‘fúrico’. Ahí es cuando, todo lo indica, un funcionario, seguro que de la Secom, le pasa los periódicos para que, si hay un arranque de ira, rompa algún ejemplar. Ese es el éxtasis.
Ahí es cuando la cosa se jodió. Desde ese momento todo es culpa de la prensa y no hay ‘tranquilín’ que calme las aguas.
Como una revelación he llegado a entender que en esta pugna entre Rafael Vicente y los medios, hay un actor malévolo: el del Power Point.
Por eso es que dejan “el segmento que todos esperan” para el final, cuando el señor está recontra que ca…. Así se aseguran que en la ‘Libertad de expresión ya es de todos’, el líder descargue sus más ocurridos insultos, sus más elaboradas amenazas.
Si el enlace iniciara desde el final, quién sabe, como mínimo la prensa independiente termina siendo patriota.
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