Señor Assange

Caricatura tomada de Diario Hoy

Columna publicada el jueves 21 de junio en La Hora

Estimado señor don Julian Assange. Le escribo esta cartita antes de que haga de Ecuador su zona de confort. Recuerdo con estima aquellos días de 2010 cuando usted se presentó al mundo como un justiciero de la libertad de expresión, de la investigación periodística, en fin, un bacán.
En aquellos días viví sus revelaciones con entusiasmo y admiración. Incluso me creí el cuento de que los escándalos sexuales que lo persiguen eran una conspiración en su contra, que todo era una farsa para vengarse de usted.

Pero me gustaría hacerle recordar que esas revelaciones se hicieron gracias a grandes medios de comunicación a los que ahora parece olvidar. Fueron esas maquiavélicas empresas mediáticas las que lo sacaron a usted a la luz, trabajaron sus miles de cables diplomáticos y conmocionaron al mundo. Cuando veía que los medios ya no le caían del todo bien, me parecía raro.

Sin embargo, las cosas se fueron aclarando cuando miraba que usted, un supuesto defensor de la libertad informativa, se convirtió en la estrella de la TV del señor Putin. Sí, ese zar ruso al que los Derechos Humanos no le son agradables. Ese caballero que mete presos a los que protestan contra la ley que prohíbe protestar. Ese Putin amante de las armas y que ha hecho de Rusia su feudo medieval.

Pues si con esos panas andamos, señor Assange, ya no sé qué pensar. Es normal que busque apoyo en su lucha contra EE.UU. pero no así. “Dime con quién andas...”

Entonces, si Putin es su ‘brother’ y considera que la democracia rusa es la ideal, me permito quitarle mi admiración. Usted nació en Australia y ha vivido en la Europa occidental, disfrutando de sus libertades, bueno, hasta hoy. Pero se nota que no ha podido gozar de las renombradas libertades rusas, de las garantías democráticas del Kremlin.

Si esos son sus amigos, créame que no me sorprendió que busque en nuestros líderes la forma de incrementar su gallada. No me alarmó que nuestro Canciller diga que usted ha pedido asilo en nuestra patria porque “quiere continuar su misión en un territorio de paz y comprometido con la verdad y la justicia”. No me admiraré cuando lo vea trabajando para la Secom.  

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