Cumpleaños fatal
Es la una de la mañana. La noche es fría pero la fiesta sigue. Nadie quiere ir a casa aún. Alguien sugiere empinar la última copa al son del guitarrero de turno. “No puedo verte triste porque me matas...” Una comitiva de agenciosos delegados va en búsqueda de una licorería. Todas cerradas, solo se vende alcohol hasta las diez. Por más que golpean la puerta para despertar al licorero, nadie abre.
La noche se niega a morir, recién inicia el repertorio de Los Panchos y aún quedan algunos ‘hits’ de Favio que entonar. Al volver donde están los amigos con la mala noticia todos se niegan a creerlo. Es el cumpleaños del Pato y no vale dormir temprano. Se barajan las opciones. En casa de Juan no hay licor, el bar cierra en media hora, mañana no hay que trabajar, qué buenos cachos que cuenta el Miguel.
El alcohol legal está prohibido, los registros sanitarios ya no son permitidos a esas horas, las marcas reconocidas están bajo llave. Una pequeña y oscura ventanita se abre en una esquina alejada. Un vino Tentador hace honor a su nombre y beber un Lima Limón puede resultar ‘papelito’. Error fatal.
Por un precio ridículo el grupo de amigos decide apostar por la ventanilla oscura, la única opción en la noche. Se reparte el vino, se cantan las últimas canciones, se escuchan las risotadas finales. Al día siguiente no hay un chuchaqui normal, todos terminan en un hospital. El metanol cobra nuevas víctimas. El cumple del Pato será recordado por la tragedia.
Pueden existir varias razones para que medio centenar de ecuatorianos haya muerto en manos del licor adulterado, quizá la historia del cumple del Pato sea una de ellas. En los despachos ministeriales está la necesidad de analizar si cerrar las licorerías fue la brillante idea que pensaban que era: Si impedir que el fútbol del domingo se acompañe de una copa en realidad redujo la criminalidad. La historia del cumple del Pato se repite a diario y faltan muchos cumples por llegar. Revisar decisiones no quita lo valiente, la revolución no se acaba por un trago de más.
levivanco@lahora.com.ec
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