miércoles, 11 de diciembre de 2013

¡Qué loco el pana!

Publicada el jueves 8 de agosto de 2013

 Estaba ‘echando diente’ en un restaurante de Ibarra (saludos a esa linda gente) y empezó el noticiero de una cadena de TV. La primera noticia era sobre que los de Alianza PAIS, escuchando a la prensa y a la derecha, están dispuestos a sacrificarse y empujar la reelección indefinida de su líder. Eso ya venía sonando, no me resultaba sorpresivo. Eso no quita que la espina del pescado que comía se me haya atravesado en el pescuezo.

En mi soledad, escandalizado, escucho al de la mesa de al lado decirle a quien parecía su padre: “Qué loco este Correa”. Sí, pues, qué loco. El hombre lo decía con un tono como el que se refiere al primo fumador de porros que anda a toda en la moto. ¡Qué loco el pana!

Es que no nos damos cuenta o qué diablos pasa. Que el señor quiere quedarse para siempre: qué loco; que ya solo hay un partido único: qué loco; que meten presos a los que protestan: qué loquito. Mientras trataba de no atragantarme por la noticia con aquella espina (seguramente enviada por servicios de inteligencia directamente a mi plato con fines de aniquilarme), pensé que a lo mejor el loco soy yo.

Trataba de desarrollar esa idea en la soledad de una mesa para cuatro ocupada únicamente por este servidor. De pronto se acabó la corta noticia con la que se abrió el telediario. Traté de tomar un sorbo de agua y, al regresar a ver la TV, habían pasado raudos a las notas internacionales. A ver, dije. ¿Que Correa se va a reelegir y ya? “Buenos días amables televidentes. Empezamos las noticias con la propuesta de reforma constitucional para permitir la reelección indefinida. Ahora pasamos con las últimas imágenes del piquete de mosquito de Shakira”. Bendita Ley de Comunicación, no nos dio tiempo de reflexionar. Por eso, al tragarnos los cuentos, sólo nos queda decir: qué loco este Correa. Y seguimos apretándonos el plato.

Bueno, en realidad, el loco soy yo. Cómo no pude ver que cuando decían “patria para siempre”, era en realidad “Correa para siempre”. Eso me pasa por andar de gil, más preocupado de lo que pienso, que de lo que como. Igual qué más da. ‘Tan’ pepas las carreteras.

jueves, 1 de agosto de 2013

La depre del legislador



Publicada el 1 de agosto de 2013 en La Hora 

Pocos trabajos deben ser hoy en día más deprimentes que ser asambleísta de oposición. Uno debe levantarse diciendo: “Chuta, qué pereza”. Debe ser peor que ir el lunes al cole o a comer donde la suegra (libero de esta expresión a las buenas suegras, que les juro que las hay).

Pi, pi, pi… Suena el despertador. “Mi amor, levántate que son las 07:30”. “No quiero, no quiero”. “Carajo, levántate que tienes 50 años y eres legislador”. “Pero es que no me gusta ir, no me escuchan, llegan las leyes hechas, nadie debate”.

Se saca el pijama a regañadientes, se viste, desayuna y sale para un parlamento que tiene poco de ‘parla’ y mucho de lamento.

Al llegar al despacho se sienta a analizar el Código Penal y aumenta la depre. “¿Cómo diablos se les ocurre?” Traslada su indignación a un colega opositor. “¿Qué hacemos?”, le pregunta. “¿Qué vamos a hacer”, le responde. “¿Chupamos?”, sugiere. “Calla ve, o nos sancionan, eso ‘dalo’ por hecho”, concluyen.

El deprimido legislador se da cuenta de que no hay casi nada que hacer. Se desespera de ver que una gallada del poder recibe órdenes de la jefatura. Quiere denunciar lo que pasa, en el pleno no lo dejan hablar. “Las radios”, dice convencido de que los medios son la última tribuna.

“Aló, sí, quisiera participar en una tertulia de la radio para opinar sobre el Código Penal”. “Mmm, sabe, lo que pasa es que con la Ley de Medios hemos eliminado ese espacio político y ahora trasmitimos pasillos. Sabrá comprender”.

El legislador cuelga el teléfono, se toma la frente, vuelve a mirar a su colega y le vuelve a preguntar: “¿Chupamos?”. El otro responde que sí, propone otro lugar.

La conversación entre copas ya no es de política, ni de economía, ni nada. Hablan del Chucho, un tema que, en su desgracia, ha unido al Ecuador.

Vuelve a casa. “Mi amor, qué tal el trabajo”, pregunta su adorable esposa. “Nada, cariño, una pena lo del Chucho Benítez”, dice él. “Sí, una tragedia”, responde la mujer.

Él se acuesta en la cama. Ella piensa por qué huele a licor. Él se pregunta: “¿A qué hora se jodió el Ecuador?”.

Si no hemos sido borrachos



Publicada el 25 de julio de 2013 en La Hora 

No creo que exista un peor día para presentar cifras oficiales sobre consumo de alcohol que un lunes. Es que a miles el ‘chuchaqui’ les dura hasta el lunes, incluso hasta el martes o -Dios me libre- el miércoles. ¡Cómo pasan los años, carajo!

Pero, el INEC eligió un lunes (día creado por Dios para castigarnos por lo que hacemos los fines de semana) para dar los datos de su encuesta. Al ver los resultados me sentí, por decir lo menos, mareado. Incluso llegué a pensar que quienes habían tomado las muestras para la encuesta habían, literalmente, tomado muchas muestras.

No estoy acusando al INEC de haber hecho un trabajo en delirium tremens. Como cualquier llamingo, no tengo la capacidad de contrastar estadísticas oficiales. Así que así ha de ser.

Sin embargo, me resulta extraño decir que de 14 millones de habitantes de este bohemio país, 912.000 consumen alcohol. Creo que el pasado fin de semana, en mi noctámbulo andar, vi a ese número de personas agasajarse con una copa. O sea, también, que el ‘carrasquín’ no ha sabido recibir tanto dinero por los astronómicos impuestos al licor que nos ha chantado. Claro pues, si no hemos sabido beber.

Los datos del INEC me siguen sorprendiendo. Dicen que el 12% de personas de entre 19 y 24 años consume, y un 11,5% de los que tienen entre 25 y 44%. Entonces, más o menos 1 de cada 10 jóvenes de este país chupa. Me da un poco de chiste. Si cuando va uno a las fiestas, 9 de cada 10 jóvenes obligan a tomar al único que no chupa. Por lo menos eso he visto en los puritanos agasajos a los que he asistido con Biblia en mano.

Los datos del organismo oficial también apuntan que casi 8 de cada 10 ecuatorianos que empinan copas prefieren tomar cerveza (esto último ya sonó a conocido eslogan). Entonces, no nos ha sabido gustar el ron, la punta, el whisky, el vino, el pájaro azul, el ‘cantacho’, el ‘norton’, la ‘caña’, el ‘zd’, el ‘pedrito’, el ‘guarapo’. Sólo bielas no más. Ya dice… pero turbo.

En fin, parece que hemos sido santos. Mínimo se trata de los efectos de las prohibiciones que tenemos por todos lados. Más real me suena que 1 de cada 10 jóvenes ecuatorianos sabe dónde comprar guaro en horario ilegal.

Sin el patrón, soy bravucón



Publicada en La Hora el 18 de julio de 2013

¡Chuta, qué buena noticia, carajo! Soy el hombre más feliz del mundo. Resulta que el patrón se va ni sé cuantos días a las europas y yo voy a portarme peor que él, para ver si gano puntitos. Agarraré un poco de pinta de bacán del barrio, que tanta falta me hace.

A ver, tengo que repasar mis insultos. Pero, no pueden ser muy originales, porque debo mantener la marca del dueño de esta hacienda, quien ha tenido el acierto de dejarme a cargo de estos giles. Campesino caretuco, mayordomo de mala fe, ¡cuánta doble moral de este jornalero, ama de llaves pelucona, cocinera limitadita! Bien, bien, creo que estoy entrando en calor. Qué subidón da imitar al jefe. Que se entienda que cuando el patrón se va, la tensión nunca baja.

Es importante que ahora que me ascendieron a segundón, se sepa que las cosas no van a ser como antes. Nada de recordar que con el que reemplazaba antes al jefe las cosas eran relajadas, que con respeto, ni vainas de ésas. Nada de tender la mano ni qué ocho cuartos. Aquí hay que mantener el miedo. Si no hay mano dura, se te trepan los terroristas.

Es más, el sábado tengo que informar de los más importantes aconteceres de esta hacienda y ahí es cuando me pego el salto al estrellato, insultando con fuerza. Así, cuando el patrón vuelva, verá que me porté a la altura y quizá, quién sabe, hasta piense en mí al redactar su herencia. Eso sí sería bomba, adiós al ‘wacharnaquismo’ que me ha perseguido siempre. Hasta, quién sabe, termino de dueño de estas tierras y ahí meto palo a mi antojo.

Carajo, pero ya mismo viene el patrón y se me acaban mis 15 minutos de fama. Por el amor de Dios, que no acaben nunca. Estos son los mejores días de mi vida. Ya nadie se atreve a criticarme los estudios o mis proyectos de luz. Todos ya me tienen miedo y el miedo, como bien me dijo el patrón antes de irse, es el pilar del sano respeto. (Lástima que esta arcaica forma de pensar esté tan extendida por las haciendas de esta patria grande; pero tranquilo, señor comisario de medios, que en este Ecuador revolucionario, esto nunca sucede).

¿Quién es este tal Rafael?



Publicada el 11 de julio de 2013 en La Hora 

Uno está tranquilo en cualquier reunión social, léase pachanga, café de la tía, caída abombe, y se acerca algún ‘conocido’, te toma del hombro y te queda viendo con ojos raros como diciendo: ¿Y qué? Uno empieza a preguntarse qué es lo que ‘estiwar’ anda queriendo. Vienen las sospechas de si aquella levantada de ceja tiene algún fin romántico u otras desubicadas intenciones.

Pero no, luego de un pequeño silencio te pregunta: “¿Cómo va esa bronca con el Gobierno? ¿Qué tal con tu Rafico?” Uno lo queda viendo y mi pregunta inmediata es: “¿Cuál Rafico? ¿Qué Gobierno? ¿Bronca? Ni idea que de qué me hablas, mi estimado…” (En ese momento te das cuenta de que no recuerdas cómo se llama la persona con la que conversas, que actúa como que si te conociera de siempre).

Luego se acerca otra estimada desconocida y te dice: ¿Tú eres periodista? Uno con orgullo responde que sí. “Chuta, está jodida la cosa. Pero sigan así, que estos no durarán para toda la vida”, te comenta. De inmediato me pregunto a quiénes se refiere con “estos”. Regreso a ver cuántos tragos me he tomado, preocupado de no saber de quién me hablan. Me doy cuenta de que es el primero y que los hielos ya desaparecen. “Sí”, dice la dama, quien prosigue: “ustedes son los únicos que se enfrentan a la dictadura, este Rafael qué se cree”. ¿Rafael? Caramba, yo no lo conozco, me digo a mí mismo. Pese a la ignorancia en la que uno se encuentra, se me ocurre preguntar a esas interesadas personas (que según se les escucha parecen vivir en una dictadura) qué han hecho ellos para mejorar su democracia. “Uuuuy nada panita, mi viejo trabaja en el Gobierno y si abre la boca lo botan”, responde el muchacho. La chica asegura que su novio mantiene contratos con el Estado. Uno que se ha metido en la conversa sin previo aviso responde que “ahora ya no hay cómo protestar, te meten preso”.

En mi desconcierto vuelvo a ver mi vaso. Entiendo que no comprendo cómo esta gente parece estar consciente de algo, pero prefieren mantenerse inmóviles. Luego se marchan y yo me quedo pensando ¿quién también será ese tal Rafael y por qué carajos sigo en mi primer vaso?

Hello, de vuelta al ‘chow’



Publicada en La Hora el 4 de julio de 2013

Bueno, bueno. Ya llegué. ¡Carajo, qué frío, qué neblina! Bueno, ahí está mi embajada. Este London no me gusta, qué ‘pacheco’. Buenas, ya llegué. A ver… Ahí está mi escritorio, mi lámpara, mi nuevo embajador. ¿Y esa sombra? ¿Quién anda ahí? ¿Otro gato? Oye, Puig ¿qué es eso que se mueve por el armario? Es el Julián, Ricky. Ahh… cierto. Me olvidaba de ese man. Hello pankey, my name is window and I like pencil. ¿Qué tal mi inglés, Puig? ¿Una bestia, no? Estoy tomando clases en Rincón del Vago, me lo recomendó un panita de vidrio.

Julián, Julián… pitss, pitsss, ven, ven. ¿Cómo ha estado mi Julián? ¿Qué quele, mi Julián? Ya sabes que te puedes quedar cuanto quieras, no es molestia. ¿Quele hablar en nombre de mi país? Lo que quiera… Ese es mi muchacho.

¿‘Quiay’ de novedades, mi Puig? Nada, Ricky, han encontrado un micrófono en la ‘ofi’. Habla serio, presta pa’ ver. Chuta, tiene pinta de ser chino. ¿Cómo así, mi Ricky? si los chinos son ‘brotheres’. No, digo chino porque es una baratija. Pero pepa campeón, se lo endosamos a los gringos y así no nos sacan del ‘chow’, éste tan bacán de los espías. Julián, ¿sí o es que esto es gringo? Sure. ¿Sure? Quesf, qué también querrá decir eso. ¿No es que este man hablaba inglés? Shure, chur, éste habla australiano, debe ser otro idioma ¿De Australia eras, no? La plena que ya creo que naciste aquí, suquito lindo.

Bueno, lo que pasa, mi Puig, es que con esto entramos de nuevo en la jugada. ¿No ves que el hijo de Putin, o sea Putin hijo, que también viene a ser Putin y es un duro, nos ha sacado del escenario y ahora él dirige el ‘chow’? No me presta al ‘Nievesden’ para que el negrito de Washington nos mande a la ‘putin’. Eso nos hace ganar full votos y es muy divertido. La plena, lo soñé desde niño.

Ahora, mi Puig, saca el zapatófono, las gafas de Rayos X, los guantes anticorte tácticos, el esfero grabadora que te traje de Miami y vamos a jugar. Puiiig, puiiig, boom, boom. Aquí el Jaguar, cambio. Ricky, a merendar. Pero si recién empiezo a jugar, no se vale. (Otro cuento de ficción)

Ricky, el espía



Publicada en La Hora el jueves 27 de junio de 2013

“Oye, Ricky, ¿a qué juegas?”. “A los espías. Cuando sea grande quiero ser espía”. Y así Ricky fue creciendo con aquel anhelo infantil de los cuentos de la Guerra Fría, de las pelis en blanco y negro, donde veía a hermosas agentes soviéticas llevar micrófonos entre sus bellas partes.

Ricky jugaba y, gracias a su corazón revolucionario, llegó a ser Canciller de un pequeño país que tenía muchos problemas. Estaba llenito de narcotraficantes, secuestradores, corruptos. Pero esos problemas no eran prioridad para Ricky y, peor, para sus cuates.

Una vez, cuando ejercía ese alto cargo de ese país imaginario, se publicó una ley que obligaba a las personas a opinar de situaciones hipotéticas, irreales, para evitar la cacería de un comisario de prensa designado por edicto real.

En aquellos días, Ricky vio su sueño cumplirse: era parte de una historia de espionaje mundial. Estaba muy emocionado y metió a su país en un relajo global de impensables dimensiones.

Primero, le dio asilo a un ‘suco’ pirata que se vio obligado a refugiarse en una oficina en el exterior y Ricky se peleó con un poderoso país europeo. Sentía emoción y no racionalizaba que estaba metiéndose en un problema de ligas mayores y que a su país no le convenía. Pobre país, tenía muchos otros problemas que solucionar, en vez de alojar a piratas, a espías.

Luego estalló un escándalo mundial entre potencias, por un señor ‘Nievesden’ y ese ‘suco’ inquilino en Londres empezó a dar órdenes, al punto de parecer que le había quitado el puesto a Ricky. Pero no, el buen Ricky asomó en el fin del mundo diciendo que el señor ‘Nievesden’ era perseguido por el malvado imperio. Ricky no podía más de la emoción. ‘Nievesden’, el espía más buscado del mundo, era su ‘amigui’.

Sin importarle las consecuencias, metió a su país en boca del mundo, entre intereses incalculables. Apoyado en ese escándalo, de paso, la gente se olvidaba de esa ley que aprobaron sus amigos.

Ricky estaba en las portadas del planeta. ¡Cuánta alegría sentía! ¿Y su país? ¿Qué importa? Ricky, por fin, había cumplido su sueño. (Nota para el comisario: Este es un texto de ficción).