viernes, 6 de enero de 2012

No patenten a Alfaro



Columna publicada el jueves 22 de diciembre de 2011 en La Hora 


Desde pequeño he visto aquella cara y cada que la veo me lleno de orgullo. Una barba blanca y puntiaguda, pelo cano, mirada profunda. Desde pequeño me enseñaron a respetarlo, me dijeron que era un gran hombre. Eso me indicaron en casa, porque en mi casa lo respetan. 

Lo conocemos de siempre. Don Eloy Alfaro.  En un mes se cumplirán cien años  de su macabro asesinato en la Hoguera Bárbara y su imagen, parecería, está queriendo ser patentada. Alfaro no nació con la lista 35, Alfaro le pertenece al pueblo, a la historia de este sufrido país. De este país, no de este PAIS.

Pero resulta que lo quieren convertir casi en propiedad oficial. Solo falta que quieran registrar su ideología a nombre del poder actual. Pobre Alfaro, si supiera lo que hacen con su nombre. Pobre pueblo, si supiera lo que hacen con sus héroes.

El alfarismo no nació hace cinco años, el alfarismo ha sido la batalla de miles de hombres y mujeres durante una centuria. Gente de ahora, de ayer. Ser alfarista ha sido un orgullo, no lo confundan, no lo maltraten, déjenlo en paz.

Los cien años resultan perfectos para la política de hoy en día. Una cadena no caerá mal para culpar a gente de hoy por un crimen de ayer. Culpar al resto por la muerte de quien pretendemos hacer una marca sería como culpar al Israel actual por la muerte de Jesús, criminalizar al Chile de hoy por el Pinochet del pasado. Monumental barbaridad. Desatino histórico que busca provocar las mismas pasiones de aquellos días, fomentando odios, pescando a río revuelto. Fecha perfecta para un año de elecciones.

No por decir que lo son, lo son en realidad. No por construir Ciudad Alfaro son más liberales que otros. El liberalismo, porque lo he visto desde dentro, es trabajar por un Ecuador unido en sus derechos. Un solo país, sin importar las elecciones. Servir al hombre sin importar de dónde viene y que ese hombre viva en una República, con poderes definidos y contrapesos respetados. Que viva el verdadero Alfaro y que hable él por sí solo: “Entre un demócrata que respeta el derecho ajeno y un fanático, hay la misma diferencia que existe entre la luz que vivifica y el rayo que extermina”. 

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