miércoles, 21 de diciembre de 2011
¿Eres de verdad periodista?
Esto es una traducción/adaptación rápida de Checklist for being a “real” journalist, de Fleet Street Blues. Yo, a su ves, lo tomé de Paperpapers
- Has escrito una pieza de mil palabras en 30 minutos.
- Corriges el texto de tu pareja en las felicitaciones de Navidad.
- Has sustituido por café alguna parte importante de tu dieta.
- Tienes tu propio escáner de radio para seguir a la policía.
- Comes de pie casi tantas veces como sentado.
- Te han despedido sin razón alguna vez.
- Has olvidado qué significa la expresión “fin de semana libre”.
- Cuando lees el diario, escuchas la radio o ves la tele… comentas errores y pifias en voz alta.
- Cuando lees el diario, escuchas la radio o ves la tele… hablas al periodista que firma o presenta por el nombre de pila.
- Que te digan “jódete” y “andate a l mier...” te parece parte del trabajo.
- Te despertaste empapado en sudor frío pensando que no habías cambiado la fecha de la portada.
- En la redacción, pasas el rato suelto entre cosa y cosa refinando la entradilla (lead) de tu artículo.
- Has dormido en el auto alguna vez y no precisamente porque estabas demasiado borracho para volver a casa.
- Has descubierto la delgada línea que separa el acoso de la constancia.
- Si necesitaras una fianza… llamarías primero a tu Editor.
- Trabajar 16 horas por un sueldo de ocho te parece un fenómeno inevitable de la vida.
- Has hecho una entrevista por teléfono completamente desnudo/a.
- Hablas a terceros de los ministros, deportistas, artistas o empresarios tratándoles de tú y por su nombre de pila.
- Eres capaz de escribir toda la entrevista en una servilleta de papel.
- Has amenazado con marcharte si cambiaban ese titular o ese párrafo.
- Has retirado tu firma de un artículo porque habían cambiado ese titular o ese párrafo.
- No puedes imaginarte haciendo otra cosa.
Patas de mosco zancudo
Columna publicada en La Hora el jueves 15 de diciembre de 2011
De la forma más estrepitosa he vuelto a sentir mis pañales. De manera abrupta me han entrado ganas de chuparme el dedo gordo. En el supermercado estuve a punto de comprar una buena dosis de papilla. “Agu, agu”, se me escapó al llegar a la caja. “¿Qué le lele?”, me preguntó la dependienta.
Los recuerdos del gateo vuelven y los gritos de ‘No’ se escuchan otra vez. De nuevo, todo está prohibido. Ya no por mamita, sino por ‘papito’, ‘papito Estado’.
“No vayas a los toros, criminal”. “No bebas a deshoras”. “Olvídate de los casinos”. “Ya no bailes pegado”.
Ahora resulta que está todo prohibido y que incluso está prohibido olvidar. ¡Rayos! Si a mí me encanta olvidar. A veces es mejor eso que el remover de las tripas en jornadas sabatinas.
Ahora la Presidencia está tramitando en el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual, el poder sobre las marcas ‘30S’, ‘30-S’ y ‘Prohibido Olvidar’. ¿Las marcas? Caramba, ¡qué tiempos tan modernos.!Así que no solo está prohibido olvidar, sino también va a estar prohibido decir prohibido olvidar, sin beneplácito real o sin pagar regalías al autor. ¿Autor?
Y yo que ya quería poner un 3, un 0 y una S a la pócima malvada del periodismo libre cada mañana, cantando una conocida canción: Patas de mosco zancudo, uñas de gato sangrón, pico de pájaro zurdo, cuernos de chivo panzón, ojos de cuervo dormido, colas de rata y ratón, y los colmillos molidos de un jabalí cachetón.
Este conjuro, que se repite cada mañana en las lúgubres reuniones en las que se definen las agendas periodísticas, no podrá contar con gotitas de 30-S. Ojalá no se nos olvide, ay, cierto... prohibido olvidar.
El canto de la Bruja del 71 resulta ser el himno de la perversa prensa, que no mira más que hacer el mal. Objetivo oscuro es embrujar a los pobres funcionarios con pócimas macabras traídas de la misma Vecindad del Chavo. Chanfle.... Eso, eso, eso... En el próximo Halloween habrá que disfrazarse de periodista o de Escudo Nacional. Prohibido olvidar, el Halloween también está prohibido.
De la forma más estrepitosa he vuelto a sentir mis pañales. De manera abrupta me han entrado ganas de chuparme el dedo gordo. En el supermercado estuve a punto de comprar una buena dosis de papilla. “Agu, agu”, se me escapó al llegar a la caja. “¿Qué le lele?”, me preguntó la dependienta.
Los recuerdos del gateo vuelven y los gritos de ‘No’ se escuchan otra vez. De nuevo, todo está prohibido. Ya no por mamita, sino por ‘papito’, ‘papito Estado’.
“No vayas a los toros, criminal”. “No bebas a deshoras”. “Olvídate de los casinos”. “Ya no bailes pegado”.
Ahora resulta que está todo prohibido y que incluso está prohibido olvidar. ¡Rayos! Si a mí me encanta olvidar. A veces es mejor eso que el remover de las tripas en jornadas sabatinas.
Ahora la Presidencia está tramitando en el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual, el poder sobre las marcas ‘30S’, ‘30-S’ y ‘Prohibido Olvidar’. ¿Las marcas? Caramba, ¡qué tiempos tan modernos.!Así que no solo está prohibido olvidar, sino también va a estar prohibido decir prohibido olvidar, sin beneplácito real o sin pagar regalías al autor. ¿Autor?
Y yo que ya quería poner un 3, un 0 y una S a la pócima malvada del periodismo libre cada mañana, cantando una conocida canción: Patas de mosco zancudo, uñas de gato sangrón, pico de pájaro zurdo, cuernos de chivo panzón, ojos de cuervo dormido, colas de rata y ratón, y los colmillos molidos de un jabalí cachetón.
Este conjuro, que se repite cada mañana en las lúgubres reuniones en las que se definen las agendas periodísticas, no podrá contar con gotitas de 30-S. Ojalá no se nos olvide, ay, cierto... prohibido olvidar.
El canto de la Bruja del 71 resulta ser el himno de la perversa prensa, que no mira más que hacer el mal. Objetivo oscuro es embrujar a los pobres funcionarios con pócimas macabras traídas de la misma Vecindad del Chavo. Chanfle.... Eso, eso, eso... En el próximo Halloween habrá que disfrazarse de periodista o de Escudo Nacional. Prohibido olvidar, el Halloween también está prohibido.
Sombrío panorama para los periodistas y la prensa en América Latina
Por: Agencia EFE
Bogotá.- Asesinatos, amenazas, acoso, leyes restrictivas, demandas, censura, cierres, multas millonarias y arbitrariedades en el reparto publicitario ensombrecen el panorama de la libertad de prensa en América Latina, según coinciden en señalar organismos internacionales y organizaciones de periodistas.
El crimen organizado es señalado como el mayor, aunque no el único, generador de la violencia que sufren los periodistas latinoamericanos, pero además los poderes legalmente constituidos son denunciados por acosar a los medios, como ha hecho hoy el grupo argentino Clarín, y por atentar contra la libertad de prensa.
El mayor grupo argentino de medios de comunicación acusa al Gobierno de Cristina Fernández de estar detrás de la intervención judicial de una de sus empresas, la operadora de televisión por cable Cablevisión, cuya sede en Buenos Aires fue allanada este martes por medio centenar de gendarmes.
La orden fue dictada por un juez en razón de una demanda por monopolio planteada por Supercanal, el principal competidor de Cablevisión, pero Clarín la califica de "una nueva embestida" del Gobierno, que niega tener algo que ver en el asunto.
El argentino no es el único gobierno latinoamericano enfrentado al llamado "cuarto poder", casi siempre incómodo para el "primero".
En Ecuador y Venezuela ha habido casos sonados, como la demanda del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, al diario El Universo o las medidas del Gobierno del presidente venezolano, Hugo Chávez, contra Radio Caracas Televisión o Globovisión.
Sin embargo, el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo es México, según la Campaña Emblema de Prensa, una ONG con estatuto consultivo de la ONU fundada en 2004.
En su último informe, divulgado el 19 de diciembre en Ginebra, esta organización cifra en "al menos 12" los periodistas asesinados este año en México, un país en jaque por la violencia generada por los carteles de la droga y por la lucha de éstos contra las fuerzas de seguridad empeñadas en doblegarlos.
Brasil y Honduras, con seis asesinatos de comunicadores cada uno en 2011, y Perú, con tres, ocupan lugares destacados en la lista negra de la Campaña Emblema de Prensa (CEP).
Las cifras de asesinatos de la CEP difieren de las de los informes de entidades y organismos como la Sociedad Interamericana de Prensa (CIP) o el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), pero las tres coinciden en el uso de adjetivos como "inquietante" o "preocupante" para definir la situación.
Un dato positivo, aunque no para lecturas triunfalistas, es que de los 179 periodistas que, según CPJ, están encarcelados actualmente en el mundo ningún caso corresponde a América Latina.
El coordinador de la sección para las Américas de CPJ, Carlos Lauria, mencionó el caso de Cuba, donde el hecho de que hoy no haya periodistas encarcelados, dijo, "no significa que la situación haya mejorado", y lo atribuyó a un "cambio de táctica" por parte del régimen de los hermanos Castro, ya que siguen deteniendo a periodistas "por espacios cortos de tiempo".
Para el actual presidente de la SIP, Milton Coleman, editor del diario estadounidense The Washington Post, "la violencia es el principal enemigo de los periodistas".
Y la violencia en América Latina puede venir de varios frentes, no solo el de las organizaciones al margen de la ley. Muchos casos de comunicadores asesinados se vinculan a denuncias que hicieron de casos de corrupción en los poderes del Estado.
En Colombia, por ejemplo, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) al informar de que ha habido un repunte de las amenazas contra periodistas o medios señala que los "perjudicados" por revelaciones informativas, los miembros de las bandas criminales y los actores del conflicto armado son los que más amenazan.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) advirtió en noviembre de que los periodistas que denunciaron "ataques sistemáticos" del Gobierno de Ecuador a la prensa en una audiencia sobre la libertad de expresión fueron luego "estigmatizados" a través de las cadenas oficiales de radio y televisión.
En la reunión fundacional de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada en Caracas a comienzos de este mes, el presidente Correa aseguró que sería "capaz de entregar la vida" por la libertad de expresión, pero que no hay que confundir ese derecho con el "abuso descarado" de los medios.
Además del "gravísimo problema planetario" que a su juicio representan los medios de comunicación privados, Correa denunció la existencia de una "sistemática campaña" por parte de "cierta prensa" ecuatoriana para "destruir" su reputación y "desestabilizar" a su Gobierno.
Las críticas a los medios unieron en la Cumbre de la CELAC a presidentes bolivarianos, como Correa, Evo Morales, de Bolivia, y Hugo Chávez, de Venezuela, con los conservadores Porfirio Lobo, de Honduras, y Ricardo Martinelli, de Panamá.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha señalado por el contrario que prefiere "el ruido a veces doloroso de la prensa libre al silencio de las dictaduras". EFE
Bogotá.- Asesinatos, amenazas, acoso, leyes restrictivas, demandas, censura, cierres, multas millonarias y arbitrariedades en el reparto publicitario ensombrecen el panorama de la libertad de prensa en América Latina, según coinciden en señalar organismos internacionales y organizaciones de periodistas.
El crimen organizado es señalado como el mayor, aunque no el único, generador de la violencia que sufren los periodistas latinoamericanos, pero además los poderes legalmente constituidos son denunciados por acosar a los medios, como ha hecho hoy el grupo argentino Clarín, y por atentar contra la libertad de prensa.
El mayor grupo argentino de medios de comunicación acusa al Gobierno de Cristina Fernández de estar detrás de la intervención judicial de una de sus empresas, la operadora de televisión por cable Cablevisión, cuya sede en Buenos Aires fue allanada este martes por medio centenar de gendarmes.
La orden fue dictada por un juez en razón de una demanda por monopolio planteada por Supercanal, el principal competidor de Cablevisión, pero Clarín la califica de "una nueva embestida" del Gobierno, que niega tener algo que ver en el asunto.
El argentino no es el único gobierno latinoamericano enfrentado al llamado "cuarto poder", casi siempre incómodo para el "primero".
Sin embargo, el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo es México, según la Campaña Emblema de Prensa, una ONG con estatuto consultivo de la ONU fundada en 2004.
En su último informe, divulgado el 19 de diciembre en Ginebra, esta organización cifra en "al menos 12" los periodistas asesinados este año en México, un país en jaque por la violencia generada por los carteles de la droga y por la lucha de éstos contra las fuerzas de seguridad empeñadas en doblegarlos.
Brasil y Honduras, con seis asesinatos de comunicadores cada uno en 2011, y Perú, con tres, ocupan lugares destacados en la lista negra de la Campaña Emblema de Prensa (CEP).
Las cifras de asesinatos de la CEP difieren de las de los informes de entidades y organismos como la Sociedad Interamericana de Prensa (CIP) o el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), pero las tres coinciden en el uso de adjetivos como "inquietante" o "preocupante" para definir la situación.
Un dato positivo, aunque no para lecturas triunfalistas, es que de los 179 periodistas que, según CPJ, están encarcelados actualmente en el mundo ningún caso corresponde a América Latina.
El coordinador de la sección para las Américas de CPJ, Carlos Lauria, mencionó el caso de Cuba, donde el hecho de que hoy no haya periodistas encarcelados, dijo, "no significa que la situación haya mejorado", y lo atribuyó a un "cambio de táctica" por parte del régimen de los hermanos Castro, ya que siguen deteniendo a periodistas "por espacios cortos de tiempo".
Para el actual presidente de la SIP, Milton Coleman, editor del diario estadounidense The Washington Post, "la violencia es el principal enemigo de los periodistas".
Y la violencia en América Latina puede venir de varios frentes, no solo el de las organizaciones al margen de la ley. Muchos casos de comunicadores asesinados se vinculan a denuncias que hicieron de casos de corrupción en los poderes del Estado.
En Colombia, por ejemplo, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) al informar de que ha habido un repunte de las amenazas contra periodistas o medios señala que los "perjudicados" por revelaciones informativas, los miembros de las bandas criminales y los actores del conflicto armado son los que más amenazan.
Las críticas a los medios unieron en la Cumbre de la CELAC a presidentes bolivarianos, como Correa, Evo Morales, de Bolivia, y Hugo Chávez, de Venezuela, con los conservadores Porfirio Lobo, de Honduras, y Ricardo Martinelli, de Panamá.
El crimen organizado es señalado como el mayor, aunque no el único, generador de la violencia que sufren los periodistas latinoamericanos, pero además los poderes legalmente constituidos son denunciados por acosar a los medios, como ha hecho hoy el grupo argentino Clarín, y por atentar contra la libertad de prensa.
El mayor grupo argentino de medios de comunicación acusa al Gobierno de Cristina Fernández de estar detrás de la intervención judicial de una de sus empresas, la operadora de televisión por cable Cablevisión, cuya sede en Buenos Aires fue allanada este martes por medio centenar de gendarmes.
La orden fue dictada por un juez en razón de una demanda por monopolio planteada por Supercanal, el principal competidor de Cablevisión, pero Clarín la califica de "una nueva embestida" del Gobierno, que niega tener algo que ver en el asunto.
El argentino no es el único gobierno latinoamericano enfrentado al llamado "cuarto poder", casi siempre incómodo para el "primero".
En Ecuador y Venezuela ha habido casos sonados, como la demanda del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, al diario El Universo o las medidas del Gobierno del presidente venezolano, Hugo Chávez, contra Radio Caracas Televisión o Globovisión.
Sin embargo, el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo es México, según la Campaña Emblema de Prensa, una ONG con estatuto consultivo de la ONU fundada en 2004.
En su último informe, divulgado el 19 de diciembre en Ginebra, esta organización cifra en "al menos 12" los periodistas asesinados este año en México, un país en jaque por la violencia generada por los carteles de la droga y por la lucha de éstos contra las fuerzas de seguridad empeñadas en doblegarlos.
Brasil y Honduras, con seis asesinatos de comunicadores cada uno en 2011, y Perú, con tres, ocupan lugares destacados en la lista negra de la Campaña Emblema de Prensa (CEP).
Las cifras de asesinatos de la CEP difieren de las de los informes de entidades y organismos como la Sociedad Interamericana de Prensa (CIP) o el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), pero las tres coinciden en el uso de adjetivos como "inquietante" o "preocupante" para definir la situación.
Un dato positivo, aunque no para lecturas triunfalistas, es que de los 179 periodistas que, según CPJ, están encarcelados actualmente en el mundo ningún caso corresponde a América Latina.
El coordinador de la sección para las Américas de CPJ, Carlos Lauria, mencionó el caso de Cuba, donde el hecho de que hoy no haya periodistas encarcelados, dijo, "no significa que la situación haya mejorado", y lo atribuyó a un "cambio de táctica" por parte del régimen de los hermanos Castro, ya que siguen deteniendo a periodistas "por espacios cortos de tiempo".
Para el actual presidente de la SIP, Milton Coleman, editor del diario estadounidense The Washington Post, "la violencia es el principal enemigo de los periodistas".
Y la violencia en América Latina puede venir de varios frentes, no solo el de las organizaciones al margen de la ley. Muchos casos de comunicadores asesinados se vinculan a denuncias que hicieron de casos de corrupción en los poderes del Estado.
En Colombia, por ejemplo, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) al informar de que ha habido un repunte de las amenazas contra periodistas o medios señala que los "perjudicados" por revelaciones informativas, los miembros de las bandas criminales y los actores del conflicto armado son los que más amenazan.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) advirtió en noviembre de que los periodistas que denunciaron "ataques sistemáticos" del Gobierno de Ecuador a la prensa en una audiencia sobre la libertad de expresión fueron luego "estigmatizados" a través de las cadenas oficiales de radio y televisión.
En la reunión fundacional de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada en Caracas a comienzos de este mes, el presidente Correa aseguró que sería "capaz de entregar la vida" por la libertad de expresión, pero que no hay que confundir ese derecho con el "abuso descarado" de los medios.
Además del "gravísimo problema planetario" que a su juicio representan los medios de comunicación privados, Correa denunció la existencia de una "sistemática campaña" por parte de "cierta prensa" ecuatoriana para "destruir" su reputación y "desestabilizar" a su Gobierno.
Las críticas a los medios unieron en la Cumbre de la CELAC a presidentes bolivarianos, como Correa, Evo Morales, de Bolivia, y Hugo Chávez, de Venezuela, con los conservadores Porfirio Lobo, de Honduras, y Ricardo Martinelli, de Panamá.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha señalado por el contrario que prefiere "el ruido a veces doloroso de la prensa libre al silencio de las dictaduras". EFE
Novelero ¿Y qué?
Bueno, es verdad, solo vamos cuando la cosa se pone buena, el resto de veces preferimos la comodidad de casa y la TV. Es cierto, tenemos las camisetas de cuatro estrellas nacionales o renovamos la indumentaria cada cuatro años. Es cierto, somos noveleros ¿y qué?
Buscamos una entrada a Casa Blanca cuando estamos en la gloria y siempre prometemos que algún día seremos superhinchas. “Este año me hago socio”, decimos como propósito de Año Nuevo. ‘De leyf’... Vamos al estadio tres veces al año, pero en cualquier discusión deportiva aparentamos ser más fieles que el ‘Negro’ Paz. Cuando entramos en copas cantamos las tres barras que sabemos y nos burlamos de los demás.
Somos noveleros y eso no es motivo de vergüenza. Cuando por fin llegamos a la cancha, siempre una barra nos trata de bajar la moral, ¿y qué? El asunto es que somos de Liga y yo de Liga me voy a morir. Al final, cuando tenemos un niño le compramos la camiseta y aunque no lo llevemos al estadio, le garantizamos al equipo un hincha de otra generación.
No hemos visto a los albos en otra cancha que no sea máximo en el Atahualpa, no nos arriesgamos a hinchar por ellos en el Monumental. “¡Qué lejos!”, decimos. “Es peligroso”, justificamos. “Lo pasan por TV”, nos regocijamos.
La Liga vuelve al Olimpo y el estadio, seguramente, estará a reventar de noveleros. Si ganamos, como confiamos que sucederá, estaremos semanas orgullosos de nuestra novelería, seremos el ‘quitarán de ahí’ de la tertulias futbolísticas. Argumentaremos ser albos con devoción, hinchas desde que tenemos uso de razón. Hasta pegaremos un adhesivo con la U en el auto nuevo. Lo pegaremos con cuidado, como esperando que todo el barrio nos vea, para que quede clara nuestra afición.
Lo que importa al final de cuentas es que somos de la U y noveleros o no, cuando pierde el equipo nos volvemos energúmenos, aunque la furia nos dure solo un par de horas. Gracias, muchas gracias, a los que noveleros no son, sin ellos el equipo no sería el que es. Gracias, de parte de un novelero con la U en el corazón. Ahora vamos todos al estadio, que hoy juega el Albo.
Buscamos una entrada a Casa Blanca cuando estamos en la gloria y siempre prometemos que algún día seremos superhinchas. “Este año me hago socio”, decimos como propósito de Año Nuevo. ‘De leyf’... Vamos al estadio tres veces al año, pero en cualquier discusión deportiva aparentamos ser más fieles que el ‘Negro’ Paz. Cuando entramos en copas cantamos las tres barras que sabemos y nos burlamos de los demás.
Somos noveleros y eso no es motivo de vergüenza. Cuando por fin llegamos a la cancha, siempre una barra nos trata de bajar la moral, ¿y qué? El asunto es que somos de Liga y yo de Liga me voy a morir. Al final, cuando tenemos un niño le compramos la camiseta y aunque no lo llevemos al estadio, le garantizamos al equipo un hincha de otra generación.
No hemos visto a los albos en otra cancha que no sea máximo en el Atahualpa, no nos arriesgamos a hinchar por ellos en el Monumental. “¡Qué lejos!”, decimos. “Es peligroso”, justificamos. “Lo pasan por TV”, nos regocijamos.
La Liga vuelve al Olimpo y el estadio, seguramente, estará a reventar de noveleros. Si ganamos, como confiamos que sucederá, estaremos semanas orgullosos de nuestra novelería, seremos el ‘quitarán de ahí’ de la tertulias futbolísticas. Argumentaremos ser albos con devoción, hinchas desde que tenemos uso de razón. Hasta pegaremos un adhesivo con la U en el auto nuevo. Lo pegaremos con cuidado, como esperando que todo el barrio nos vea, para que quede clara nuestra afición.
Lo que importa al final de cuentas es que somos de la U y noveleros o no, cuando pierde el equipo nos volvemos energúmenos, aunque la furia nos dure solo un par de horas. Gracias, muchas gracias, a los que noveleros no son, sin ellos el equipo no sería el que es. Gracias, de parte de un novelero con la U en el corazón. Ahora vamos todos al estadio, que hoy juega el Albo.
levivanco@lahora.com.ec
TWITTER: @luisevivanco
TWITTER: @luisevivanco
miércoles, 7 de diciembre de 2011
Se me quita lo quiteño
Columna publicada el jueves 1 de diciembre en La Hora
En Quito ya no se puede ser antitaurino, porque te tachan de intolerante, ni tampoco puedes ser taurino porque te dicen sádico. En Quito ya no se puede ser fiestero, porque no te dejan libar y si no libas te tildan de aguafiestas. En Quito ya no puedes lanzar piropos, porque te acusan de morboso, pero si no los echas te catalogan de desalmado.
En Quito ya no puedes caminar, porque te apuntan de imprudente, pero si no sales de casa te nombran antisocial. En Quito ya no puedes ser comunista, porque te acusan de hippie y si eres capitalista te ponen el letrero de traidor. En fin, en Quito ya no se puede, ya no se puede ser quiteño.
¡Qué viva Quito! ¡Que chu...! No, no, no. Ya no se chupa en Quito. La verdad, se difumina el sentido de las fiestas. Si vas en chiva con los panas te pita algún desquiciado, que con la vena de la frente por estallar, menta a tu madre por complicar el tráfico. Si prendes el parlante en tu humilde domicilio, sale un vecino empijamado, de pocas pulgas y gritón. Si vas a alguna discoteca te cobran un platal, te ponen un mísero chorrito y de hielo un montón.
Ya no puedes recorrer los miradores, ahí te esperan los malandros con cocteles burundangos. Si juegas fútbol en el parque, te pincha la bola algún hampón. En Quito chulla ya es mala palabra y si es mujer mucho peor. Si alguien se acerca a brindarte algo, antes gesto de sana amistad, es hoy motivo de la alarma, sospecha, mala cara e inmediata huida.
Ya no se ven aquellas estampas de gente abrazada cuando no importaba el color. Ahora un trago imprevisto eclosiona la más cruenta discusión. Políticamente divididos, futbolísticamente divorciados, económicamente distanciados, quiteñamente enemistados.
Ahora hay quiteños para unos y quiteños para otros. Se suponía que llamingos éramos toditos y el chagra era un compadrito. Al guayaco brindábamos canela y al gringo un discurso tricolor.
Son fiestas con conceptos mutantes. Desquiteñizándonos cada año. Si aún se me permite: “¡Que chupe Quito!”, pero con moderación.
En Quito ya no se puede ser antitaurino, porque te tachan de intolerante, ni tampoco puedes ser taurino porque te dicen sádico. En Quito ya no se puede ser fiestero, porque no te dejan libar y si no libas te tildan de aguafiestas. En Quito ya no puedes lanzar piropos, porque te acusan de morboso, pero si no los echas te catalogan de desalmado.
En Quito ya no puedes caminar, porque te apuntan de imprudente, pero si no sales de casa te nombran antisocial. En Quito ya no puedes ser comunista, porque te acusan de hippie y si eres capitalista te ponen el letrero de traidor. En fin, en Quito ya no se puede, ya no se puede ser quiteño.
¡Qué viva Quito! ¡Que chu...! No, no, no. Ya no se chupa en Quito. La verdad, se difumina el sentido de las fiestas. Si vas en chiva con los panas te pita algún desquiciado, que con la vena de la frente por estallar, menta a tu madre por complicar el tráfico. Si prendes el parlante en tu humilde domicilio, sale un vecino empijamado, de pocas pulgas y gritón. Si vas a alguna discoteca te cobran un platal, te ponen un mísero chorrito y de hielo un montón.
Ya no puedes recorrer los miradores, ahí te esperan los malandros con cocteles burundangos. Si juegas fútbol en el parque, te pincha la bola algún hampón. En Quito chulla ya es mala palabra y si es mujer mucho peor. Si alguien se acerca a brindarte algo, antes gesto de sana amistad, es hoy motivo de la alarma, sospecha, mala cara e inmediata huida.
Ya no se ven aquellas estampas de gente abrazada cuando no importaba el color. Ahora un trago imprevisto eclosiona la más cruenta discusión. Políticamente divididos, futbolísticamente divorciados, económicamente distanciados, quiteñamente enemistados.
Ahora hay quiteños para unos y quiteños para otros. Se suponía que llamingos éramos toditos y el chagra era un compadrito. Al guayaco brindábamos canela y al gringo un discurso tricolor.
Son fiestas con conceptos mutantes. Desquiteñizándonos cada año. Si aún se me permite: “¡Que chupe Quito!”, pero con moderación.
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