Angustia

Publicada el jueves 3 de mayo en La Hora

“Mijito, ten mucho cuidado, de gana escribes esas cosas”. “Tranquila, mamá, ese es mi trabajo”. “Yo sé, pero con estos señores nada se sabe, no te vayan a hacer daño”. “No me puedo quedar callado, mamá, mi profesión es decir la verdad, dile a la abuela que se quede tranquila”.
“Pero ya hasta te han nombrado en las cadenas sabatinas, esos señores son muy poderosos, si te llegan a encarcelar te juro que me muero y ni Dios quiera que te hagan daño físicamente”. “Esperemos que no suceda, pero no me pidas que me calle”. “Siempre fuiste testarudo, pensando que cambiarías el mundo”. “Talvez no lo cambie, pero en algo se ayuda. Tú me enseñaste a luchar por lo que creo”. “Tengo miedo mijito”. “Tranquila, mamá, no llores, apaga la televisión”.

Hoy, Día Mundial de la Libertad de Prensa. Esta vez no quiero rendir homenaje a los periodistas de este país que trabajan a diario con una amenaza judicial en el cuello, que escapan de las pedradas de las fuerzas leales al Régimen, que son insultados cada semana. Esta vez mi homenaje es para aquellas madres, padres, abuelos, esposas y esposos, hijos, amigos, que cada día ven salir a un periodista de casa sin saber qué sucederá. Un abrazo para aquellos que cada sábado deben soportar los insultos a sus seres queridos, quienes ejercen la libertad de prensa en un país donde lla ibertad está cada vez más enjaulada.

Aquellos pequeños que deben soportar que se refieran a sus padres como “perros hambrientos,  sicarios, bestias, corruptos” no deben perder la esperanza y desde aquí se los digo: sus padres ejercen un trabajo histórico para aminorar los embates de un amenazante dictadura.  Si, papi puede cometer errores, pero los comete como humano, papá no es una escoria humana como lo dice el señor de seño fruncido de los fines de semana.

Este país ya ha soportado el embate de egos sobrecalentados, de botas militares, de líderes con síndrome de Adán. Este país ya ha aguantado mucho, y cuando el horizonte es desértico y solo se vislumbra la desesperanza, un brote verde se mantiene escondido. Cuando los bandidos se van, la libertad se regenera y el campo  vuelve a florecer.