viernes, 13 de febrero de 2009

Manejar reporteros


Una de las cosas más difíciles de ser editor es, sin duda, manejar gente. Uno estudió periodismo, no recursos humanos, por lo que recomiendo a los editores seguir un curso en esa rama para facilitar su trabajo.
No es mentira que uno termina siendo sicólogo, amigo, tirano. Hay que saber explotar las potencialidades de cada miembro del equipo y saber reclamar sin que eso produzca un trabjo aún más malo y el producto final, en vez de mejorar, termine peor.
Algo seguro es que las felicitaciones se deben hacer en público, es decir, con todo el equipo; y los reclamos deben ser en privado. La idea es llegar a ser lo suficientemente amigo para que los reporteros nos cuenten sus problemas y así poder saber cómo actuar; pero ojo, esa amistad debe tener límites para que no haya abusos y faltas de respeto. Por experiencia digo: NO ES BUENO QUE UN EDITOR SE VAYA DE TRAGOS CON LOS REPORTEROS, por lo menos no de gran farrón, talvés una pequeña copa de vino.
Ojlá sirva de algo estás incoherencias que escribo hasta que me diseñen las páginas.

3 comentarios:

Juanjo Domínguez dijo...

Luis, hace unas semanas recibí una invitación para visitar tu blog. Aquí estoy. Yo también soy periodista. Trabajo en el diario La Gaceta, de Tucumán, una ciudad ubicada en el norte de la Argentina. Evidentemente, por lo que contás, los problemas aquí, en el subtrópico sur, son parecidos a los de allá. Todos los días hay cortocircuitos entre los cronistas y los editores. Yo soy cronista, y muy a menudo tengo rispideces con mi jefe. Aunque suene un poco trillado lo que diré, considero que mientras más comunicación haya entre ambos, mejor salen las cosas. Los inconvenientes siempre vienen dados por la falta de diálogo, al menos en la redacción a la que voy todos los días. Las cuestiones de criterio ya son más complejas. En esos casos el cronista puede discutir, pero el que toma la decisión es el editor. Yo me puedo ir indignado a mi casa porque por cuestiones editoriales me han cambiado un copete o porque me han cuestionado la investigación con argumentos rebatibles, pero las reglas son claras. Con respecto a lo del vino, yo sí he compartido varias noches con mis compañeros y con mi jefe sin problemas. No creo que sea una dificultad poder tomarte una o 10 copas, siempre y cuando la ingesta etílica no provoque reacciones violentas y pueda uno conservar el respeto. Por la conversación -franca, pacífica e inteligente- baila el mono. Me puse a divagar bastante ya. Saludos.

Luis Vivanco dijo...

Juan

Estoy de acuerdo contigo en lo de la comunicación, pero lo del trago es un poco delicado. Tomarse una copa está bien, pero pegarse la jarana no lo considero tan adecuado como jefe, pues puede lastimarse el respeto.

Jetsabeth dijo...

...lo leo y no lo creo!!! Eso es relativo, a veces puedes llegar a matarte sin una sola copa... hay ocasiones en las que simplemente te lanzas y lo dices todo... y ya pues, ni modo... solo es recomendable, no arrepentirse de nada de lo dicho, las palabras sueltas jamás se recogen... (Yo sin nada de reuniones o alcoholes quería matar con palabras a un simulacro de editor, hasta hoy lo veo en coctelitos y fungiendo de periodista a un gordito horrorosísisisimo)