jueves, 9 de octubre de 2014

¡Te lo paga tu abuela!

Creo que pierdo un año de vida cuando escucho la frase: “Tu pana Correa me paga los estudios”. Cuando me dicen eso, me invade una tristeza tenaz. Cuando luego de esa oración la rematan con un “por eso no me quejo de nada en las redes sociales”, termina por empeñárseme el alma.

A ver, mi estimado becado de la Senescyt. Yo estoy muy contento de que estés en el extranjero estudiando, bailando, viajando y viviendo. Hasta envidia te tengo, de la buena. Sin embargo, estás muy equivocado. Te explico:

Me llena de pena cuando dices: “Correa me dio 100.000 dólares”. ¿Cómo? ¿En serio? No he sabido que el mandatario reparte dinero de su cuenta bancaria y si es así, ¿dónde firmo?, que en la mía dominan las telarañas. ¡Rafa! No me olvides, bro.

Luego, cada vez que vienes de vacaciones, susurras al oído como si fuese un secreto, que no estás de acuerdo con el encarcelamiento de estudiantes, la explotación del Yasuní, la corrupción, la prepotencia, con la… En fin, te sobran los temas. “Pero no pongo nada en mi Facebook porque luego me quitan la beca”, dices buscando comprensión. Muchos te responden que haces lo correcto. Yo, en cambio, muero de iras.

No creo que te la quiten por un post de Facebook, pero esto demuestra dos cosas terribles. Creemos que la beca no es producto de la calidad intelectual del joven o de una obligación de Estado, sino que es una dádiva del líder. Para rematar, como es una dádiva, a callar.

Primero es probable, mi querido becario (te repito que me siento orgulloso de ti) que probablemente a nadie le importe lo que pones en Facebook y un mensaje político seguro se difuminaría entre tantas fotos de fiestas que subes de tu estadía en, por ejemplo, Nueva York.

Segundo, el viaje te lo está pagando tu abuela, el panadero de la esquina, el pescador de la playa, te lo estoy pagando yo, te lo pagamos los ecuatorianos. Así debe ser y así lo debes entender. Y como nosotros pagamos, te damos permiso para que dejes de quejarte en susurros. Dale, con total confianza, libérate. Un abrazo a la distancia, te esperamos y trae regalos, acá todo está carísimo.